Muchas veces la mayoría de compras que hacemos son rápidas y de la manera más conveniente posible. Los jóvenes, están ocupados con los estudios, también con el trabajo y no siempre tienen grandes cantidades de dinero para comprar cosas de muy buena calidad. Debemos reconocer que el consumo responsable no es nuestro fuerte.
Muchas veces hemos visto cómo los padres o los adultos a nuestro alrededor se toman su tiempo antes de comprar ciertos productos. Es decir, uno observa cuando la mamá va a comprar una licuadora ella se va a tomar su tiempo en ver la calidad de la licuadora, los beneficios que trae, donde la puede comprar, si viene con garantía e indudablemente cuál es el precio. Este análisis de costo beneficio todos lo realizamos, especialmente al comprar cosas de mucho valor como un carro o incluso un celular.
Debemos aplicar este análisis en nuestro día a día. Incluso en la compra de papel higiénico y papas fritas. Encontraremos mejores precios en papel reciclado y en comida menos “chatarra”. Comprar lo más barato y accesible no es la mejor opción.
Si estamos siempre prefiriendo las opciones más baratas y de peor calidad estamos promoviendo el uso de materiales que contaminan y crean más basura, incrementando el gasto de agua y otros tipos de energía, apoyando las malas condiciones de trabajo y mucho más. Además, estos tipos de consumo también impactan negativamente en tus finanzas. Invertir en una cosa de buena calidad nos va a evitar que sigamos gastando en el futuro ya que va a durar mucho más tiempo.
Al ser responsables con nuestros consumos no solo vamos a ahorrar dinero sino también ayudar a que productos como estos dejen de existir. ¡Recuerda: lo que tu compras tiene un gran impacto!
Está en nosotros ser responsables de lo que consumimos. ¡Anímate y ponlo en práctica!